Cristián Gómez Olivares Translations

NO NECESITAMOS DE LOS MOTELES MÁS QUE PARA FANTASEAR

(una afirmación a pesar de todo)

 

Sólo tengo que enfrentarme a una mujer de carne y hueso.

Su sombra está dibujada contra la pared. Suele acompañarme

a estos lugares más por solidaridad que oficio. Se muestra

indiferente ante el color de las paredes. Recupera la

memoria cuando se enciende el televisor. Cuelga

su cartera en el closet hasta ese entonces vacío.

Y las camareras son prudentes al traernos

algo de comer. No esquivan la mirada pero

agradecen las propinas. Y cuando nos preguntan

si vamos a quedarnos otra hora afuera está empezando

a amanecer y cualquier pareja medianamente sensata

daría una respuesta negativa. Los ruidos de la pieza

de al lado parecen proferidos en una lengua extranjera

imposible de traducir a esta hora de la madrugada

 

(y de la cual sería preferible no olvidarse

en caso de que tuviéramos que emitir esa misma

clase de sonidos sin despertar sospechas entre la multitud

de esos guardias que nos rodean pero nunca llevan uniforme.

 

 

WE NEED MOTELS ONLY TO FANTASIZE

(An affirmation in spite of everything)

 

I have only to face a woman in the flesh.

Her shadow is drawn against the wall.  Se comes with me

to these places more in solidarity than in service.  Seems

uninterested in the color of the walls.  Recovers her memory

with the sound of television.  Hangs

her purse in the closet, empty thus far.

And the waitresses are discreet when bringing

something to eat.  They don't avoid our eyes but

appreciate the tip.  And when they ask

if we're staying another hour, dawn is breaking

outside, and any sensible couple

would say no.  The sounds from the room

next door seem uttered in a foreign language

impossible to translate at this time of morning

 

(a language we'd do well to remember

in case we had to make that very type

of sounds to remain trusty to the crowd

of always vigilant guards who don't wear uniforms)

 

(Translation workshops: Spanish 301)

 

NO SE EQUIVOCABAN LOS MAESTROS

(museo de bellas artes, versión libre)

 

 

Alguien cree estar escribiendo en el fin del mundo,

pero no puede negar que el camión de los helados

está pasando nuevamente por el parque donde

los niños se arremolinan a su alrededor y la

 

descripción del paisaje no ha cambiado

porque el ojo del que mira no ha cambiado:

confía impertérrito en que el mundo es una

catástrofe tranquila, una reunión de nubes

 

diríase que de paso por el cielo

sería el único argumento convincente

para encerrarnos a conversar en un café

:de cualquier cosa, menos de las nubes.

 

Nadie tiene ganas de salvarse de nada

pero sí de tomarse un par de chelas, de

las últimas profecías sobre algún remoto

apocalipsis las palabras tienen poco que

 

decir: las danzas de la muerte, un anillo

en el dedo de los que no alcanzan a apretarse

el cinturón, aunque nada tengo en ello que

ver la improbable falta de presupuesto:

 

y es cierto que no sabemos distinguir

como le gusta enrostrarnos a los catedráticos

de las plazas más preciadas entre el cierzo

y el mistral, ok: touché. Así decía mi hermano

 

cuando hacíamos esgrima con palos de escoba

y terminaba sacándome cresta y media cuando

a los dos se nos pasaba la mano con el ardor de

los guerreros: él moriría poco después, tendido

 

en una cancha de fútbol, mordiendo no sé

si con desesperación el pasto, de seguro

ya inconsciente, producto de una falla en

el ventrículo derecho del conjunto arterial.

 

El camión de los helados pasa haciendo sonar

la sirena, los niños están a punto de alcanzarlo y

el conductor sólo piensa en lo fácil que será entregarle

las planillas al supervisor del turno de las mañanas.

 

THE TEACHERS WERE NEVER WRONG

(Museum of Fine Arts, free version)

 

 

 

Someone believed to be writing from the end of the earth

who can't deny that the ice cream truck

is passing through the park again where

the children swarm around it, and the

 

description of the landscape hasn't changed

Because the eye of the beholder hasn't changed

trusts unshaken that the world is a

calm catastrophe, that a gathering of clouds

 

seeming to pass through the sky

would be the only convincing reason

to shut ourselves up and converse in a café:

about anything but the clouds.

 

No one wants to save himself

but maybe he'll drink a few beers,  

words have little to say about the

last prophecies of a remote apocalypse:

 

Death's looming presence, a ring

on the finger of those who can't seem to tighten

their belts, although it has nothing to do

with the unlikely lack of budget.

 

And it's certain that we don't know how to distinguish

how the professors of the most esteemed establishments

like to lecture us on differences between the

Cierzo[1] and Mistral[2], ok: touché.  So my brother said

 

When we would fence with broomsticks

until I was soundly beaten when

our hands were seized with the ardor

of warriors: he would die a little later, lying

 

on the soccer field, gnashing

desperately at the grass, surely already

unconscious, because of a failure in

his right ventricle.

 

The ice cream truck passes by, playing it's

jingle, the children are almost there and

the driver is only thinking of how easy it will be to report

his earnings to the supervisor of the morning shift.

 

(Trans.  Alexandria Alberto and Andy Wood)

 


[1]Characteristically cold and dry northwesterly wind coming off the coast of the Mediterranean Sea in Spain

[2]Characteristically cold and dry northwesterly affecting the valley of the Mediterranean Sea in southern France

 

 

 

QUE INACABABLE EMPIEZA

 

 

 

El mar se demuestra pero nadando.

Los granjeros de la zona, al hacer la

cosecha del maíz, tienen que tener cuidado

de no electrocutarse con los cables del tendido

eléctrico, derribados durante el último tornado.

Al subirse a sus tractores comprados con un largo

crédito que terminarán de pagar sus hijos, no debieran

 

estar tocando el suelo. Las estadísticas dicen

que después de una tormenta los índices de

accidentes laborales se incrementan en un

doscientos por ciento, lo que da una cifra

anual de un catorce por ciento acumulado

en las últimas dos décadas. Las razones

 

(dicen los que saben) se pueden atribuir

al aumento de la actividad meteorológica

debido fundamentalmente a la deforestación

de vastas zonas del área norte y a que las

cosechas, sobreexplotadas por los biocombustibles,

son cada vez más difíciles de cubrir por un sólo

operario encargado de una cantidad creciente de

acres. Como los cultivos orgánicos demandan

 

al menos dos o tres años manteniendo intacta la tierra,

durante ese tiempo el pequeño propietario no recibe

ninguna entrada, cero ingreso, lo que le significaría

sobre endeudarse por echarse el destino del planeta

sobre los hombros. Sus dos hijas salen a jugar al patio

y él se pone a pensar en cuando sean grandes, en la

universidad, en crecerlas. Hace cálculos, ve venir

los años, una de ellas vuelve con un pájaro entre las

manos: tiene un ala medio rota, pero quizás tal vez

se salve. Y cuando lo llevan adentro, cuando lo

comienzan a cuidar, las niñas vuelven con sus hijos,

 

se sientan a conversar con el abuelo que puede que

otra vez les repita esa historia sabida de memoria

en las sobremesas de la familia, de cuando era joven

y le gustaba nadar y un día llevó muy lejos a la abuela,

 

 

hasta las playas de North Carolina para que ella conociera el mar

y se decidiera por fin a casarse con un joven granjero del interior

que recién había heredado un pedazo de la tierra y ni siquiera

sabía como se arreglan los tractores, para que ella conociera

el mar y le tuviera el mismo respeto que le tienen los marinos

que nunca han sabido nadar ni tampoco necesitan aprender

porque el mar no se explica ni se demuestra sino es con un par

de estas palabras que lo miran desde el muelle golpear el muelle,

da lo mismo que suba o que baje la marea los botes amarrados

sólo esperan que amanezca para seguir estando allí amarrados.

 

 

SUCH AN ENDLESS BEGINNING

 

The sea only explains itself to those who swim.

When the farmers of the region harvest

the corn they have to be careful

not to electrocute themselves on the wires

brought down during the last tornado.

They climb up onto their tractors, purchased on long-term

credit that their children will finish paying for, because they shouldn’t

 

be touching the ground.  Statistics show

that the rate of industrial accidents increases

by two hundred percent after a storm,

which amounts to an annual sum

of fourteen percent of all the accidents accumulated

in the last two decades.  The reasons

 

(experts say) can be attributed

to the increase in meteorological activity

caused by the deforestation

of vast northern areas and to the fact that

the farmers must work harder each year to

harvest a growing quantity of acres.

Because the cultivation of organic crops requires

 

that the soil lay undisturbed for at least two or three years,

during this time the small farmer doesn’t receive

any income, which is what it means

to go into debt for shouldering the weight of the world.

The farmer’s two daughters go out to play on the patio

and he thinks about raising them, watching them grow up

and go to college.  As he does calculations, seeing the years

come and go, one of them returns with a bird in her

hands: it has a broken wing, but perhaps they

can save it.  When he brings it inside and

begins to care for it, the girls come back with their children,

 

and after dinner they sit to chat

with their grandfather, who once again

repeats the story they all know by heart, about when he was young

and he liked to swim and one day brought their grandmother

 

 

to the far off beaches of North Carolina so that she could know the sea,

where she decided at last to marry the young inland farmer,

who had recently inherited a piece of land but didn’t even

know how to repair tractors, so that she could know

the sea and have the same respect for it that sailors do,

who never learn to swim but don’t need to,

because the sea doesn’t explain itself unless it is with a pair of

those words that can be seen from a dock, hitting the dock.

No matter if the tide is rising or falling the moored boats

only wait for dawn, when they will still be there, moored.

 

(Trans. Caroline Barr and Evan Tierney)

 

 

FUNÁMBULA

 

 

 

Yo me he quedado mudo en la vida, y han pasado los días.

Los días pasaban, unos tras otros, como los vagones de un tren.

Nadie los esperaba en la estación. Nadie agitaba sus manos en el aire

porque aún no se usaban ni las despedidas ni las bienvenidas en nuestro

país ni se daban las gracias de antemano cuando nadie necesitaba darlas.

                                    Han llegado

 

hasta nosotros los frutos de la primavera, pero no la primavera.  Tiéndete

desnuda sobre la hierba, como una más de las palabras.  Ni siquiera las obras

completas de balzac te podrían dar una imagen verdadera de lo que fue

esa francia decimonónica, realista, monetiana: tiéndete entonces y desayuna

despreocupada del contraste entre tu piel y el telón de fondo dibujado

            por el bosque y el traje de tus acompañantes:

 

comparado con aparecer en el salón oficial de los rechazados

poco son y despreciable gloria esos palmoteos en la espalda empuñando

por si acaso algún puñal como quien consciente de tu futuro esplendor

y dese mar que en tus cuadros tranquilo baña tus aguas

 

                        sabe ejercer el oficio

de repartir con sutileza las migajas (

sin que se note el oficio

la sutileza ni las migajas):

 

no es que el fruto esté maduro, es el árbol el que está cansado.

A veces llegábamos a un balneario y yo me dormía inmediatamente.

Pero es preciso señalar que me dormía no sin antes contemplar

            a una joven que se peinaba en el cuarto de enfrente.  Esa

 

que después volvería a dar sus primeros pasos por esta playa

de la mano de un pronombre que no es el mío

            ni le pertenece al trazo breve y fragmentario con que

tratábamos de copiar no la luz, sino la impresión que esa misma luz

 

            producía no en tus ojos pero sí en cambio en tu mirada,

no en tu piel.  Sí, sin embargo, en tu piel contra mi piel (

traje, vestimenta o atuendo: artificio o naturaleza

que se distinguen con el roce de los cuerpos sobre el

 

mantel, sobre la tela o sobre la hierba).

 

Otras veces llegábamos a un bosque de eucaliptus,

y la misma joven era quien se encargaba de poner el mantel

en el suelo cubierto de hojas con olor a lluvia de verano.

No obstante tu rostro de mitológica es lo único que te mantiene

a salvo.  Es como para esculpir por la noche una silueta

 

carnal pero de diosa, sutilísima pero al mismo tiempo

tan romana y voluminosa como la tuya –para que después

implacablemente la borre no la marea sino el oleaje, no el

agua que quisiera escribir sino la espuma.  Y sólo

así justificar la obligación

 

de volver a trazar ese trazado durante todas y cada una de

nuestras noches.  Y yo no dejaba de pensar en el día menos pensado,

y no dejaba de esperar el esperado día,

en el cual recuperaría el uso de la palabra.

 

La tierra a la que vine no tiene primavera.  Y estos, sin embargo,

son sus frutos.

 

THE TIGHTROPE WALKER 

 

 

 

I have remained mute in life, and the days have passed.

The days passed, one after another, like cars of a train.

Nobody used to wait in the stations.  Nobody used to wave their hands in the air

because such things were not yet done in our country, neither for goodbyes nor

for welcomes, nor to give thanks in advance when unnecessary.

                                    The fruits of spring

 

have arrived for us, but not the spring.  Lay

yourself naked upon the grass, like one more of the words.  Not even the complete

works of Balzac could give you a true image of what

nineteenth century, realist, impressionist France was like: so lay yourself down and breakfast

unconcerned with the contrast between your skin and the background drawn

by the forest and the dress of your companions:

 

compared with being in the official room of the rejected

these slaps on the back are small and despicable glory brandishing

a dagger perhaps as one conscious of your future splendor

and of that tranquil sea which in your paintings bathes your waters

 

                        he knows how to do the job

            of sharing with subtlety the crumbs (

            without notice of the job

the subtlety or the crumbs):

 

it is not that the fruit is ripe, it is the tree that is tired.

Sometimes we arrived at a resort and I fell asleep immediately.

But it should be noted that I slept not before first contemplating

            a young girl combing her hair in the room across the hall.  She

 

who would later return to take her first steps along this beach

hand in hand with a pronoun that is not I

            nor does it belong to the brief and fragmentary stroke with which

we tried to copy not the light, but rather the impression which that same light

 

            produced not in your eyes but instead in your gaze,

not in your skin.  Yes, but, on your skin against my skin

(dress, clothes, or outfit: feigned or natural

that are distinguished by the rubbing of bodies on the

 

tablecloth, on the fabric, or on the grass).

 

Other times we arrived at a eucalyptus forest,

and that same girl was the one responsible for putting the tablecloth

on the leaf covered ground with the scent of summer rain.

Nevertheless your mythic face is the only thing that keeps you

safe.  It’s like sculpting at night a carnal

silhouette but one of a Goddess, subtle yet still

so Roman and voluminous as yours—so that after

it is relentlessly erased not by the tide but rather by the swell, not by the water

that would want to write but rather by the foam.  And only

            thus justifying the obligation

 

            to retrace that route during each and every one of

our nights.  And I didn’t stop thinking about the day least thought of,

and I didn’t stop waiting for the anticipated day,

in which I would recover the use of the word.

 

I’ve come to a land with no spring.  And these, nonetheless,

            are its fruits.

 

 

(Trans. Devin Dilts, Elana Leopold, and Violet Schneider)

 

GOLPE DE ESTADO, PRONUNCIAMIENTO MILITAR, VERSIÓN LIBRE

(quidquid latine dictum sit altum viditur)

 

 

 

La cosecha de los granjeros murió debajo del agua.

Ha llovido como en un diluvio. Con la venta de la producción de

este año, algunos de ellos pensaban pagar el crédito renegociado

durante la última baja de intereses decretada por la reserva

federal. Pero ha llovido como en un diluvio. Otros tenían pensado

invertir en la compra de ciertos equipos para sacarle mayor

provecho a las semillas artificiales que hoy en día están disponibles

para algunas de las frutas de la estación. Las pérdidas

 

se calculan en varios cientos de millones de dólares, pero soy

incapaz de traducir esas cifras en un número que pueda calibrar.

Con varios cientos de millones de dólares se solucionaría el

problema habitacional de casi toda la ciudad de santiago.

Los canales de regadío podrían reconstruirse. Los profesores

obtendrían una remuneración acorde con todos los cursos

de perfeccionamiento en que se han inscrito para nada. Los

hospitales públicos, si tuvieran en sus manos esos varios

cientos de millones podrían mejorar la oferta de camas

durante los períodos más crudos de alerta ambiental

cuando muchos niños de escasos recursos son devueltos

a sus casas con una aspirina en la mano para enfrentar el virus sincicial.

Sin embargo la cosecha completa de los granjeros yace ahora

bajo el agua. En algún lugar, bajo toneladas de escombros y

desperdicios repartidos en kilómetros a la redonda producto del

último tornado. Dicen que tomará años volver a la normalidad.

Los equipos de rescate no tardaron tanto en llegar como en

creer lo que estaban viendo: no saldrían de su sorpresa

 

sino hasta después de que se convirtiera en comentario antiguo

el recuerdo de ese año fatídico de las inundaciones, cuando todos

tuvieron algo que perder y podían haber nombrado algo que no

volvió cuando años después volvió esa normalidad que desde

un principio nos advirtieron que llevaría años recuperarla

 

por completo. En los relatos bíblicos, una paloma fue la que

les permitió avizorar la costa, no una gaviota. Aquí, sin embargo,

no hay costas. Aquí sin embargo los cuervos son negros

y un halcón flamea en la bandera, los espantapájaros

continúan impertérritos su labor de vigilancia

no importa que hoy en día ya no exista el enemigo

y el maíz no sea un alimento, los guardianes del

 

mito son incapaces de ejercer otro oficio

que no haya sido debidamente estipulado

en los antiguos manuales de la retórica:

 

cualquier cosa en latín parecería

profunda y verdadera.

 

COUP D’ETAT, MILITARY UPRISING, FREE VERSION

(quid quid latine dictum sit altum viditur)

 

 

 

The farmers’ harvest died underwater.

The rain has come down in deluge.  With the sale of this year’s

crop, some planned to pay off their loans,

refinanced during the federal reserve’s last decree to lower interest.

But the rain has come down in a deluge. Others had thought

to invest in certain equipment to reap

the benefits of artificial seeds which are now

available for some seasonal

fruits. The losses

 

are calculated in several hundreds of millions of dollars, but I

cannot translate these figures into a conceivable number.

With several hundreds of millions of dollars

the housing problem in most of Santiago could  be solved.

The irrigation canals could be rebuilt.  Teachers

Could be compensated for all the post graduate classes

they have needlessly enrolled in.

Public hospitals, if they had in their hands those several

hundreds of millions of dollars could increase the availability of beds

during the most severe periods of environmental alert

when many children of little means are sent home

with an aspirin in hand to face the syncytial virus.

Nevertheless, the farmers’ entire harvest now lies

underwater.  Somewhere, the last tornado has left

miles of land in ruins beneath tons of rubble

and waste. They say that it will take years to return to normal.

Rescue teams were quick to arrive but slow to  

believe their eyes: they couldn’t overcome the shock

 

until after they banished that fateful year of floods

to the far reaches of their memories.

That fateful year, all had something to lose

and could name something that did not return, when,

years later, normal life returned, which we had always

known would take some

 

 time.  In biblical stories, a dove

guided them to shore, not a gull.  Here, however,

there is no shoreline.  Here, however, crows are black

and a falcon blazes on the flag, undaunted scarecrows

continue their vigilant surveillance

regardless of the enemy that no longer exists

and the corn that no longer nourishes, the guardians of

 

myth are incapable of filling any position

which has not been properly outlined

in the old manuals of rhetoric:

 

anything said in Latin

would seem good and true.

 

(Trans. Phoebe Reed and Tracy Glazier

DOMINGO POR LA TARDE

 

 

 

En el cuarto de al lado escucho los quejidos de

alguna pareja, la división capitalista del

trabajo y las tarifas del servicio telefónico

 

            contribuyen de igual manera

a que uno se pase la tarde sin pronunciar palabra:

domingos por completo en blanco donde el hecho

objetivo de la soledad difícilmente podría conseguir

 

el adorno de alguna excusa, algún nombre para

exornarlo como dudosa compañía. Los fantasmas

de la juventud recién perdida se mezclan con los fantasmas

de la madurez que aún no llega, un limbo parecido al del

idioma en el que todos se comunican con señales

aunque tengan ganas de salir gritando.

Yo mismo quisiera salir gritando

 

en busca de alguna leyenda, los jumpers

maltrechos de bertoni, el orompello

del tomás, la cristalería

 

frente a frente a un elefante.

Vuelvo los ojos hacia la puerta

pero no consigo que se acerque nadie

 

a tocar. Ninguna colegiala alegre

vestida de colegiala, ningún zombie

por las calles de concepción.

 

Al elefante que está parado en la ventana:

sólo le pido que empiece luego a recordar.

 

SUNDAY AFTERNOON

 

 

 

From the room next door, I can hear the murmurs of lovers,

the capitalist division of

labor and long-distance telephone rates

 

each contribute to my spending the afternoon in silence:

on lonely Sundays the goal of my solitude is

to pursue the relief of an excuse, a fantasy, anything to 

 

accompany me like an unlikely visitor.

My lost memories of

youth mingle with the unlikelihood of my maturity, a limbo that resembles

the frustration of communicating in an unspoken language

when all you want is to run screaming.

I wish I could run screaming

 

in search of a myth to call my own, Bertoni’s

battered jumpers, Tomás’

Orompello,[1] face to face

 

with an elephant in a crystal shop.

I return my gaze to the door

but no one comes

 

to knock. No cheerful schoolgirl

dressed in uniform, no zombie

wandering the streets of concepción.

 

And to the elephant standing in the window:

please wait a while before you begin to remember.

 

(Trans. Sarah Koatz and Emma Posner)

 

 

 

 

 

 

 



[1] Claudio Bertoni and Tomás Harris are well-known Chilean poets. Bertoni is known for writing about females as objects of desire, often referencing schoolgirls. Tomás Harris’s poetry takes place in urban settings, such as the neighborhood of Orompello in the city of Concepción, Chile. 

LA TIERRA A LA QUE VINE NO TIENE PRIMAVERA

(el viento hace a mi casa su ronda de sollozos)

 

 

 

I.-

No me gusta manejar de noche –dijo– siempre le he tenido

miedo tanto a la oscuridad como a los animales, pero

en algún punto ciego a medio camino entre las luces del

auto y donde quiera que esté el horizonte

 

-esa tierra de nadie que son las carreteras interestatales-

el universo encerrado que va de una granja hasta la otra granja

y el infinito terror que se encierra en la mirada de los

guardias del supermercado que siempre sonrientes

 

te invitan a volver cada vez que te parezca necesario: el

desvío hasta las próximas ciudades es un anuncio de

lo que probablemente nos espera: aves migratorias

que han decidido mucho antes que nosotros su partida.

 

Pero le dije a mi mamá que nos guardara la pieza del

segundo piso, esa con un balcón que da hacia un

recodo del lago donde los patos silvestres todavía

le temen a las chaquetas grises y el sigilo de los

cazadores: no me gusta manejar de noche –agregó–

 

porque cada vez que salimos, en el informe de carreteras

hay alguna noticia de alguien muerto en esos infaltables

accidentes que siempre se repiten con una tenacidad

que a mí me gustaría dedicarle a ciertas labores domésticas.

 

 

Le oí decir a uno de tus tíos que tus parientes del otro

estado han tenido ciertos problemas legales con la sucesión

de tierras después de la muerte del último de los abuelos. Y

en el matrimonio de tu prima, la menor de sus hermanas

                 perdió los estribos cuando supo que su antiguo novio

había llegado a la fiesta con la misma compañera de su

oficina por la cual la había dejado no más de seis meses

atrás. La noche se tarda en caer como si fuera una

 

advertencia del paisaje. No me vendría mal, supongo,

uno de esos cambios de ambiente que tanto recomiendan

los siquiatras como si tuvieran alguna especie de convenio

con las agencias de viaje de la nación. 

 

 

 

II.-

Mientras el agua hierve en la cocina y el televisor no puede

dar con el tono adecuado para la representación de nuestra comedia:

así entonces no podrás recriminarme por mantener la frente en alto

tal como lo hicieran los poetas del mediodía que de entre un sinfín de

nombres inexistentes o imaginarios no vieron la necesidad de

hacerlo calzar con las exigencias reaccionarias de un sólo cuerpo

ni de una sola mujer (esto no dice nada del fondo ni de la forma.

Y aún así es totalmente relevante, porque en este informe podemos

darnos cuenta que el desgaste de materiales es una de las principales

razones del colapso de muchas construcciones que, sin haber cumplido                         

aun con su vida útil, a causa de la erosión proveniente de distintos                     

       factores de la vida cotidiana

son incapaces de soportar el desgaste que ésta implica.                                       

 

 

 

III.-

Pero no se puede negar que han hecho lo suyo.

Las empalizadas protegen ambas riberas del río

y para este invierno no hay nadie que razonablemente

pudiera temer por algún desborde u otras catástrofes.

 

Es más: a medida que pasa el tiempo de vez en

cuando se echan de menos esas historias donde algún

muchacho cumplía con el papel del héroe y no teníamos

que pasarnos las tardes enteras discutiendo quien

 

sería el ganador en esta temporada. No hace falta

saber leer lo que dicen las estrellas para estar seguros

de la necesaria austeridad de tus presagios: dos

o tres hijos ya sería considerado como un milagro y

 

los mayores caerían de rodillas implorando bondad

también para sus cosechas (el tractor está averiado

aunque las trilladoras son último modelo. Los hijos

de sus hijos tuvieron la oportunidad de estudiar

 

y no la desaprovecharon. Hoy

deben andar por la treintena pero hace años

que ya han formado familia, a veces se los ve

los domingos por la mañana atentos al sermón

 

aunque tienen sus propias ideas: sus mujeres

han parido en una piscina para que esos niños

no cambien tan temprano de elemento (no saben

sin embargo que los peces abisales son insensibles

 

 

 

a la luz y su progenie podría ser una prole

de amnióticos y de ciegos, de escafandras

puestas a funcionar en la agorafobia de las

praderas, antes o después

 

del límite del próximo condado.

No me gusta manejar de noche, no me

gustan los avisos publicitarios en la carretera

ni defender a nuestro país de las agresiones

 

extranjeras ni aprovechar nuestro verano en las playas

del caribe ni me importa que lo que ocurre

en las vegas quede en la vegas: mi

hermana se casó con un doctor que es

 

todo un gentleman, mis compañeras de curso

están trabajando en compañías aseguradoras

y son capaces de pasar la noche en el gimnasio

después de haber amamantado a cinco hijos.

 

Daddy came back from Vietnam, although

I think he never was the same, at least

that's what Mom told us once: la casa sin

embargo está pagada y el hospital donde

 

se atienden los veteranos de guerra

no está a mucho más de una hora.

A veces nos sentamos todos juntos

a ver una película como si tuviéramos

 

 

 

 

de nuevo cinco años: nada me importa

tanto como el hecho de que la película

vuelva a terminar de la misma manera

en que terminaba entonces. El cadáver

 

que plantamos el año pasado en el jardín

ha empezado a retoñar, ya está dando sus

primeros frutos, la escarcha repentina que ha

caído algunas noches no ha podido estropearle

 

                  el lecho:

 

el viento hace a mi casa su ronda de sollozos.

Las praderas que me rodean son un mito

y sin embargo están allí. Podría perderme

en esta tierra, toparme con  los cadáveres de los

 

hombres que lucharon por quedarse en ella

sin que nadie pueda discutir su triunfo. Se diría que

la siguen defendiendo del peligro que representan

 

los profesores recién llegados, las cajas de la mudanza,

los cuadros envueltos en una cinta que dice frágil

y esas palabras desconocidas que nadie entiende todavía

y algunos se empeñarán por no entender. La intemperie

 

es una bienvenida que habla siempre el mismo idioma.


I’VE COME TO A LAND WITH NO SPRING

(the wind is weeping around my house)

 

 

I.-

I don’t like to drive at night – he said – I’ve always been

very afraid of darkness, like animals, but

at some blind spot halfway between the headlights

and where the horizon would be

 

- that no man’s land of interstates –

(the enclosed universe that goes from one farm to another

and the infinite terror in the stares of the

supermarket guards that, always smiling,

 

invite you to return when you find it necessary) the

exit to the next cities is a sign

of what probably awaits: migratory birds that

have decided to depart long before us.

 

But I told my mother that the second floor room

would keep us safe, the one with the balcony that

overlooks the lake where the wild ducks still

fear the grey jackets and stealth of the

hunters: I don’t like to drive at night – he added –

 

because every time we leave, in the traffic report

there is news of someone dead in those inevitable

car accidents that always happen with tenacity

that I would rather see dedicated to certain household labors.

 

I overheard one of your uncles saying that your

out-of-state relatives have had certain legal problems with

inherited lands after the death of your last grandparent.  And

at your cousins wedding, her youngest sister

lost her mind when she found out that her ex-boyfriend

had arrived at the party with the same coworker

that he had left her for only six months prior.

Nightfall is delayed as if it were a warning

from the landscape.  It would do me well, I suppose,

one of those changes in my environment that the

psychiatrists have so often recommended as if they had some type of agreement

with national travel agencies.

 

 

II.-

 

While water boils in the kitchen and the television

no longer masks our well-rehearsed fiction:

you can no longer reproach me for keeping my head held high

as troubadours did with an endless amount of

non-existent and imaginary names, which they did not find necessary

to make fit with the reactionary demands neither of a lone body

nor of a lone woman (this explains neither meaning nor form).

And even so it is completely relevant, because through this report we

realize that the wear on materials is one of the main

reasons for the collapse of many constructions that, without having been completed

in its lifetime because of the decay due to various

factors of every day life,

 

are unable to withstand the wear that this implies.

 

 

 

III.

 

Doubtless, they’ve done what’s theirs to do.  

The palisades protect both banks of the river

and this winter there is no one who could rationally

fear a flood, or any other catastrophe.

 

What’s more: as time goes by,

once in a while they miss those stories where a  

boy would play the hero and we didn’t

have to spend whole afternoons arguing who

 

would be that season’s winner.  They don’t need

to know how to read the stars to be sure

of the necessary severity of your omens: two

or three children would be considered a miracle and  

 

the oldest would fall to their knees pleading goodness 

for their harvests (the tractor is broken

though the threshers are new.  The children

of their children had the chance to study

 

and didn’t waste it.  Today

they must be in their thirties but for years

now they’ve been a family, sometimes they’re seen

on Sunday mornings intent on the sermon

 

 

 

though they have their own ideas: their wives

have given birth in a basin so those kids

aren’t pushed out of their element too soon (they don’t know

that abyssal fish are insensitive

 

to light and their offspring could be a line

of amniotics and blind kids, of diving suits

put on to curb the agoraphobia of the

meadows, before or after

 

the next county line.

I don’t like to drive at night, I don’t

like the billboards on the highway,

defending our country against foreign

 

aggression, or taking advantage of our summer on the beaches  

of the Caribbean nor does it matter to me that what happens

in Vegas stays in Vegas: my

sister married a doctor who is

 

a real caballero, my classmates

are working for insurance companies

and can spend the whole night in the gym

after having breastfed five children.

 

Daddy came back from Vietnam, although

I think he never was the same, at least

that’s what Mom told us once[1]: still

the house is paid for and the hospital where  

 

they take care of war veterans

isn’t much more than an hour away.

Sometimes we all sit together

to watch a movie as if we were

 

five years old again: nothing matters

as much as the fact that the movie

finishes in the same way

it used to.  The body  

 

 

 

we planted last year in the garden

has begun to blossom, it’s already giving its

first fruits, the sudden frost that has

fallen at night has not been able to damage

 

            its bed:

 

the wind is weeping around my house.

The meadows that surround me are a myth

and still exist.  I could lose myself

on this earth, cover myself with the corpses of the

 

men who fought to stay here

without anyone to argue against their victory.  One would say

that they continue defending this place from

 

the professors recently arrived, the moving boxes,

the paintings wrapped in tape that says fragile

and those unfamiliar words that still nobody understands

and some indebt themselves for not understanding.  The street

 

is a welcoming that always speaks the same language. 

 

(Trans. Meredith Legg, Tyler Mehegan, Dan Naparstek, Limor Finkel, Billy Manchuck,

 and Alex Streim)



[1] The first part of this stanza appeared in English in the original.