La marina de guerra de Estados Unidos alquilaba esos terrenos a otras naciones para que fueran a bombardear allá, por millones de dólares que nosotros como viequenses nunca vimos. También les vendían las bombas para que dispararan ahí. Era un negocio redondo. Vieques no era sólamente un polígono de tiro para practicar soldaditos, para ir a matar a otros países, sino que era una armería gigantesca donde tú usas mi polígono de tiro y te vendo las armas y las balas. Nosotros le cerramos el negocio. Como decimos nosotros, le cerramos el kiosko. Simbolizamos una luz de paz porque ahora ustedes no son ajenos a los conflictos que han pasado en Panamá, los conflictos en Colombia, ahora en Iraq, en Palestina en donde también se practicaban en otras bases para ir a matar ciudadanos. Porque el problema de las guerras no es que sean justas o no, es que en su mayor parte, ni usted ni yo como ciudadanos individuales las entendemos. Yo ahora mismo puedo ser militar, puedo ser soldado y puedo practicar a matar, pero la guerra no es mía. No soy yo contra un israelí, o yo contra un iraquí, porque yo estoy matando una persona que tiene familia como yo, derechos civiles y humanos como yo, y no es ni mejor ni peor que yo. Porque quizás él tampoco entienda. Hay un mural aquí en la Universidad de Puerto Rico que dice "Las guerras son por culpa de dos personas que se conocen y se basa entre un montón de personas que no se conocen". Las muertes que se están observando alrededor del mundo. Nosotros sin muertes, sin puños, sin armas, sólamente parándonos frente a un militar y diciendo "sí, arréstenos". Sólamente con esa base de lucha logramos una cuestión masiva, gigantesca.