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Copyright Baltasar Fra Molinero, 1999
El 6 de diciembre de
1748 moría en un convento de Salamanca una monja negra. Su muerte no fue
celebrada con ninguna pompa especial. Pocos asistieron al entierro. Aunque
había profesado como las demás, se había pasado la vida sirviendo a las otras
monjas.Aunque era libre, la habían tratado como a una esclava de la casa. La
elección de su lugar de reposo en el cementerio levantó ronchas, porque se
decidió enterrarla junto a las monjas blancas, sin hacer distingos, cuando
durante toda su vida conventual había sido relegada al último lugar, a trabajar
en la cocina, a curar a enfermas apestosas o a jóvenes endemoniadas. Cuando la
noticia se extendió por la ciudad, la gente irrumpió en su celda y sus objetos
personales se convirtieron en reliquias: cada cuenta del rosario fue separada
del resto, su velo fue hecho trizas, sus papeles quedaron desperdigados, sus
estampas devotas pasaron a otras manos, todo lo que había estado en contacto
físico con su cuerpo tenía ahora inmenso valor. Quién había sido esta mujer?
La publicación en
Salamanca en 1752 de un Compendio de la vida
exemplar de la Venerable Madre Sor Teresa Juliana de Santo Domingo, probablemente
pasó desapercibida. Se trataba de una hagiografía más de una monja a la que se
atribuían milagros y visiones místicas, que levitaba, curaba enfermos y hasta
paraba las bombas de los enemigos portugueses en la Guerra de Sucesión de
principios de aquel siglo.Un sacerdote, su último confesor, como tantos otros,
Carlos Manuel de Paniagua, escribía sobre la vida y virtudes portentosas de la
que el pueblo llamaba La Negrita de la Penitencia, en honor al
convento en donde vivió y murió.(1)
Sin embargo, nada es
común y corriente en la vida de Sor Teresa Juliana de Santo Domingo. Para
empezar, es la primera mujer africana de la que se tiene noticia que escribió
en una lengua europea moderna. Lo hizo bastante antes que Phyllis Whitley en
Boston. Esta mujer extraordinaria nació en Africa Occidental hacia 1676, y
según sus propias palabras se llamaba Chicaba en su tierra. Fue raptada y
esclavizada a los diez años, trasladada a Sevilla, y presentada al Rey Carlos
II como una rareza más, porque venía diciendo que era hija de reyes, y traía
joyas y otros ornamentos que la distinguían de los demás. El Rey se la regaló
al Marqués de Mancera, antiguo virrey de México y protector de Sor Juana Inés
de la Cruz. A los veinticuatro años, y tras rechazar planes de matrimonio
absolutamente novelescos, anunció su voluntad de ser monja, lo que logró
finalmente en 1704, no sin grandes dificultades debidas al color de su piel.
Esta mujer fue poeta dentro de la tradición literaria conventual. También fue
profeta, mística, obradora de milagrosas curas, luchadora por su libertad e
independencia como mujer, lo que en su caso significó que se las tuvo que
ingeniar para ganar espacios de libertad relativa dentro de una sociedad que se
los negaba todos. Para Chicaba, o Sor Teresa, la vida conventual en un
monasterio de la Orden Tercera de las Dominicas fue la mejor maera de labrarse
una identidad y una ciudadanía. Se aprovechó de dos pilares ideológicos de la
España de finales del siglo XVII: la admiración por la vida conventual mística,
y la veneración cuasi religiosa de las personas de sangre real. Porque desde
que fue arrancada a sus padres y esclavizada, Chicaba siempre mantuvo ser de
sangre real, hija de un rey de la región entonces llamada "La Mina Baja
del Oro" correspondiente a la costa oriental a San Jorge de Mina o Elmina,
que hoy ocupan los estados de Gana, Togo, Benin y Nigeria.(2)
Teresa establece el año
de su nacimiento en 1676 y recuerda:
Era mi padre (dice en su relación, que esta
Venerable hizo de su origen) un hombre corpulento, gruesso, y de cejas muy
pobladas: su Madre se llamaba Abar, igual al Padre en Calidad, y Nobleza. Tuvo
la Venerable Madre tres Hermanos, mayores que ella; el uno llamado Juachipiter,
Ensú el segundo, Joachin el tercero. (2)
Chicaba llega a España
con unos símbolos reales y especiales: sus joyas. Ellas significan su vínculo
con África. Igualmente africana es la reliquia que se conserva en el Convento
de las Dominicas en Salamanca: el vaso de motivos arabescos que la monja usó en
vida, y que lleva inscrito en árabe el nombre de su artífice. "Halin me
hizo."Todo ello eran sus únicas señas de identidad y conexión con la
familia perdida en África. Chicaba necesita en España declarar un sistema de
parentesco original, una ligadura a África que la librara de la orfandad
esencial en que se encuentra todo esclav. Según la crítica afronorteamerican
Hortense Spillers, un esclavo, especialmente una mujer, no tiene ningún control
en la creación de una red de parentesco, ya que para empezar ,su cuerpo
pertenece a otro, y ese otro, el amo, no va a reconocer por lo general los
lazos de familia del esclavo como algo socialmente vinculante. La familia y sus
lazos ofrecen no sólo seguridad social, sino también identidad social y acceso
a las áreas del poder. El plan de Chicaba va a ser forjar una nueva red de
relaciones al más alto nivel: Jesucristo, su esposo, la Virgen , los santos.
Para tener control sobre su destino Chicaba afirma su origen real y su negativa
a casarse, entrando en un convento, aunque de los más pobres.
El principal problema
que surge en la lectura de la Vida de Sor Teresa tiene que ver con la
raza y el género femenino de la biografiada. El biógrafo de Chicaba escribe
bajo la presión de una serie de cuadernos manuscritos que la propia Chicaba
tuvo que componer por mandato de sus confesores. Su palabra directa aflora en
la biografía como una serie de jirones para corroborar la visión dominante del
sacerdote hagiógrafo, Paniagua. Entre el texto de Paniagua y pretexto o
narración autobiográfica de Chicaba hay sin embargo una tensión evidente. Ya en
el capítulo inicial hay dos asuntos que el autor tiene que resolver antes de
siguir adelante. Uno es el mencionado origen real de Chicaba, y el otro es su
raza negra. Paniagua quiere armonizarlos como elementos complementarios entre
sí: ser negra y ser princesa, o ser princesa y ser negra. La tensión no se
resuelve nunca, porque lo que le queda por explicar a Paniagua es la
esclavización de Chicaba. La esclavitud, como tema de reflexión, prácticamente
no existía en el panorama intelectual español de la primera mitad del siglo
XVIII.Todo intento de condenar públicamente la esclavitud como institución y
como práctica estaba condenada al fracaso. En 1681 dos frailes capuchinos,
Francisco José de Jaca, español de Aragón, y Epiphane de Moirans, francés de
Borgoña, denunciaron a los amos de esclavos negros aquí en La Habana,
condenaron la esclavitud y llegaron a pedir el cese de la colonización europea
en el continente americano, la entrega de las tierras a los indígenas y a los
negros, y la reparación económica a todos los esclavos por el precio del
trabajo robado a ellos y a sus antepasados. Terminaron en la cárcel, y su
apelación a Roma se zanjó con el silencio.
Desde la literatura
cristiana de los primeros siglos, el color negro fue asociado con la condición
pecadora del ser humano, y vino a simbolizar un estado de degradación moral y
confusión espiritual extremas (Courtès 16) . El discurso ético esclavista vino
a desmetaforizar esta relación simbólica: los negros son por naturaleza seres
moralmente degradados y espiritualmente confusos. Autores como Alonso de
Sandoval, que defienden la dignidad cristiana de los esclavos negros, no se
pueden quitar de encima tanta tradición negativa, aceptando la esclavitud como
algo ligado a la africanidad, es decir, a la piel negra. Ante el peso de esta
tradición, Paniagua explica el color de la piel de Chicaba mediante una
estrategia doble. Primero insiste que el color negro es un fenómeno natural,
para luego introducir la presencia de la blancura de piel en este contexto como
una expresión de conversión religiosa, y por tanto un estado natural más
deseable:
Son los habitantes
todos de la Guinea, de un color atezado, y negro, como advertimos
frequentemente en lso que vienen a nuestros Países...siendo color con que a
todos los de aquella Región matizó sabia la naturaleza, ni a los Padres, y
Hermanos de la Niña, ni a la Niña misma, podía faltar esta gala. Mas aunque tan
obscuros sus aspectos, eran mucho más negros sus ánimos. Adoraban ciegos al
Lucero de la mañana: Para sus cultos, y sacrificios, ni usaban, ni tenían
Templos, sino que previniendo la Estrella, salían muy temprano a adorarla,
vigilia superflua, quando en el mismo salir a buscar la luz, se quedaban con
más densas, y opacas tinieblas (2)
Teresa está destinada,
según Paniagua, a dirigirse a la luz, y abandonar su tierra oscura y tenebrosa.
La esclavitud es para ella el medio providencial. La estrategia de Teresa, sin
embargo, es diferente. Va a utilizar la narración de su origen africano para
ganar legitimidad, no como cristiana, sino como persona antes de ser cristiana.
El caso de Olaudah Equiano unos años después y en contexto protestante británico
es en este sentido similar. Si Teresa es una persona digna de respeto por su
sangre real, sus proclamaciones de la existencia de un paganismo monoteísta en
la tierra de sus padres habla de un mundo "preparado" para la
dignidad que confiere el cristianismo. Esto viene aumentado incluso por la
narración de la conversión al cristianismo de sus padres y hermanos al final de
sus vidas, de la que dice haber tenido noticia, gracias a la labor misionera de
los Capuchinos en aquella zona.Teresa incorpora al discurso de su vida un hecho
general histórico como fue el intento diplomático y misionero de la Corona
española entre 1658 y 1661 de establecer contactos e influencia en la zona del
reino de Arda.(3)
En su justificación de la
esclavitud, Paniagua alaba la bondad de todos los amos de Chicaba en España: el
rico matrimonio de Sevilla, el Marqués de Mancera y su segunda mujer, mucho más
joven que el Marqués.(4)
Esta segunda esposa
tomó bajo su protección a Teresa y la hizo su consejera espiritual más
adelante. Paniagua se extiende en elogios hacia la pareja de amos que tuvo
Teresa: la sientan a comer con ellos a la mesa, la permiten y alientan a que
lea y escriba, le permiten devociones privadas y momentos de aislamiento, la
marquesa reza con ella todos los días y la convierte en su directora
espiritual, y al final, son estos Marqueses los que le dan la libertad
gratuitamente y la dotan para que entre en el convento. La idea del buen amo es
tal vez el máximo exponente de la contradicción inherente al régimen
esclavista. Las fallas en esta construcción de la imagen de los amos buenos y
blandos se resquebraja al notar el biógrafo la enemistad que tenían hacia
Teresa el resto de los criados y esclavas de la casa del Marqués. Paniagua
sitúa este odio de sus iguales como una prueba de sus paciencia y santidad. Sin
embargo se deja traslucir un ambiente marcadamente violento en una casa
presidida por tanta devoción y virtud cristiana. A Teresa la maltratan físicamente,
la intentan envenenar, incluso la quieren ahogar en el estanque del Retiro de
Madrid. Luego se revela que ha sido el diablo mismo el que lo ha hecho,
entrando en el cuerpo de uno de los criados. Paniagua, pues, convierte la
relación que hace Chicaba de sus sufrimientos como esclava en casa de los
Marqueses en una apología de los últimos como buenos amos.
Paniagua sigue el
modelo retórico de Santa Teresa para construir el mundo de Chicaba. Usa los dos
motivos retóricos del soldado de Cristo y la esposa de Cristo
(Weber 110) para dividir los aspectos activos y contemplativos de Chicaba. Es
parte del aspecto militante la propuesta que recibió en cierta ocasión de
volver a África con cierto individuo que apareció por casa de los Marqueses y
que había estado en la Corte de Luis XIV de Francia. Los elementos novelescos
de esta aventura son dignos de destacar, porque sirven a Chicaba para reiterar
su origen aristocrático y por otro suponen para ella una prueba y una
intervención divina en favor de su camino místico. Se mezcla la historia de los
avances esclavistas de las naciones europeas, la picaresca y la política
exterior de España hacia África occidental, que se debatía entre la leyenda y
la noción clara de su insuficiencia como potencia naval. En casa de los Mancera
tuvo la oportunidad de enterarse bien de quién estaba negociando con el Rey de
España el asiento del tráfico de esclavos en África. Su antiprotestantismo pudo
estar motivado por la conciencia de que los esclavistas ingleses y holandeses
dominaban los mares de su tierra.(5)
El personaje que se
presenta ante Chicaba había sido capturado como ella, y como ella fue visto a
la luz de la excepcionalidad:
y los Franceses, que
atentos a los aumentos de su comercio, nunca pierden la ocasión, les pareció la
más oportuna para sus intereses, que el Prisionero se restituyesse a su Corte,
y tomando con el debido asiento, protegiese sus Navíos, comerciantes, llegando
en adelante seguros con su amparo a aquel dilatado Reyno... Juan
Francisco...fue a visitar al Marqués de Mancera; supo como tenía una Negra en
su Familia; quiso verla, y preguntándola por su Patria, y tierra, conoció con
evidencia, era la que tenía delante de los ojos a la que por su ausencia avia
llenado los de sus Padres, y suyos, de copioso llanto: alborozado en extremo de
aver hallado, después de tanto tiempo, y en paraje de los suyos tan remoto a su
querida Sobrina, la descubrió, quién él era; diole quenta dela feliz conversión
de sus Padres, y la mayor parte de sus vasallos; y qu Padre, Madre, y Hermanos,
renacidos en las aguas del Bautismo, havían ya fallecido, y que no haviendo
otro heredero más cercano, al Cetro, y govierno, le venía de justicia. (45)
El propio Carlos II
interviene, y los Marqueses le prometen la libertad, si quiere seguir este plan
tan político como fantástico. Teresa resuelve, con gran perspicacia, no meterse
en esta aventura misional y política de tan inciertas posibilidades. Quién era
este tío que aparecía de repente y la solicitaba en matrimonio? Su negativa a
seguirle debió de basarse en sospechas fundadas, porque a los pocos días de
darle el no, el personaje intentó raptarla y llevársela a la fuerza, lo que no
prosperó. Desde entonces el camino al convento es lo único que le interesa a Chicaba,
y la aventura del regreso a su tierra natal se convierte en una renuncia al
mundo. Su elección del convento en vez del matrimonio tiene mucho que ver con
su condición de esclava. Claude Meillassoux aclara en su estudio de la
esclavitud en África algo que puede ser generalizado a nuestro caso: un esclavo
es un ser desocializado, desfamiliarizado, desexualizado e incluso
descivilizado (Meillasoux 109-115). En el caso de la mujer, se añade además la
desacralización de su cuerpo: no va a ser un cuerpo que genere seres para la
sociedad. Para Chicaba, ser esposa de Cristo va a ser la única forma de
recuperar, o conservar, el carácter sagrado de su cuerpo. Su golpe de estado
personal a la institución esclavista en España cuenta con la colaboración del
catolicismo contrarreformista de sus amos, que ven en ella un ser
extraordinario y tal vez una puerta abierta al Cielo. La única forma de
sacralizar el cuerpo femenino en la España de finales del siglo XVII era el
convento y la promesa de la virginidad perpetua consagrada a Cristo. Paniagua
proclama la excepcionalidad de esta situación en una mujer negra de su tiempo
como ejemplo de virtud cristiana, haciendo una lectura muy típica del régimen
esclavista de su época, como si conservar la virginidad fuera una prerrogativa
de una mujer esclavizada. No hay sino que traer a la memoria el caso de una
mujer contemporánea a Chicaba, tal vez compatriota suya, la afrobrasileña Rosa
Egipcíaca, capturada en la Costa de los esclavos a principios del siglo XVIII.
El historiador Luiz Mott cuenta los pormenores de la que fue primera mujer
escritora de raza negra en lengua protuguesa. Violada a los catorce años por su
primer amo, echada a la prostitución por el segundo, Rosa Egipcíaca tuvo
también visiones místicas y un contacto muy cercano con el diablo. Fundó un
recogimiento para ex prostitutas negras y mulatas y siguió con sus visiones y
declaraciones proféticas. Pero todo acabaría bastante mal para ella, porque fue
acusada ante la Inquisición, y de santa en vida pasó a terminra sus días en las
cárceles inquisitoriales de Lisboa. Chicaba, dice su biógrafo, nunca tuvo
deseos lascivos, y permaneció virgen hasta su muerte, lo cual fue una ventaja.
Además tenía el don de notar un olor especial en aquellos que habían pecado
contra el sexto mandamiento.
Como mujer negra libre,
Chicaba no tenía muchas opciones. Sus amos le dieron la libertad para que
entrara en el convento, y una vez dentro de él, sufrió las penalidades de tener
que ser la última en aquella jerarquía social basada en la raza y la casta.
Este ambiente de diferencia y desigualdad institucional estaba presente en los
conventos de la mayor parte de la América colonial española (Arenal y Schlau
297). Las indignidades que sufre Teresa por ser esclava negra son su
instrumento para llegar a la santidad, en el discurso hagiográfico de Paniagua.
Las protestas que hace el autor de la hagiografía contra el trato inhumano y
discriminatorio contra Teresa no dejan de ser parte de un discurso esclavista.
Teresa, como reina e hija de reyes, no debería de ser tratada como una común
esclava. En Alba de Tormes--el pueblo donde está enterrada santa Teresa de
Jesús--, es precisamente donde es rechazada por ser negra al intentar ser
admitida en el convento de las Franciscanas, en 1703:
quando noticiosa delo
que passaba una Señora de la más calificada nobleza de España, que negada a lo
esclarecido de su linaje, vivía Religiosa pobre en el mismo Convento, no
acertando a negarse a sí propria, la que generosa lo havía dexado todo, impidió
la entrada, y admisión de Teresa, con el vano pretexto de ser Negra la
Pretendiente: "Una Negra, decía, en mi Convento! No en mis días; no está
fundada esta casa para Negras, y assi Señoras, pongan fin a la plática, pues
para que no tenga efecto, pondré todas las diligencias possibles...a los pocos
años embidiaba en las de la Penitencia su dicha, y acierto, según ella se
explicó repetidas veces (51)
Las condicioens en las
que fue admitida en el Convento de la Penitencia eran draconianas. Los
Marqueses de Mancera, dice Paniagua, tuvieron que pagar una dote completa, y el
obispo de la diócesis, Francisco Calderón de la Barca--sobrino del
dramaturgo--le impuso una tasa extra y no permite bajo ninguna circunstancia
que profese como monja, sino como miembro de la Tercera Orden. Con ello Chicaba
quedaba a medio camino entre la condición de monja y la de esclava que había
dejado para entrar en el convento. Su participación en la vida colectiva de la
comunidad fue limitada de una forma extraordinaria:
se juzgó la comunidad essenta
de la obligación de tratar a Teresa como Novicia, y por consiguiente eximida de
ponerla Maestra, que la dirigiesse en las costumbres de la vida religiosa,
quando no havía de professar, como tal, Teresa: por esta causa no concurría con
la Comunidad a acto alguno; iban las Religiosas a Coro, y Teresa a la rexa de
rodillas, o en el antecoro con humildad, paciencia y rendimiento; quando iban
al Refectorio, Teresa no entraba en él; en el Dormitorio no la permitían tener
cama, y assi lo poco que dormía era en la Enfermería. (62)
La vida conventual de
Sor Teresa fue un camino desde la marginalidad hacia el centro de la vida
conventual. Ser monja en el convento de la Penitencia era ser monja ya
marginal, en un convento pobre, en un barrio de Salamanca de las afueras. Ser
la negra de tal convento no era una forma muy prometedora de empezar una
carrera mística. Era la última de la comunidad, lo que le sirvió para afirmarse
y hacerse valer en su carrera espiritual. Ella estaba determinada a ser la
primera en la atención de Dios, su esposo. Un esposo que tenía muchas a quien
atender, como nos recuerda en su poema. Las decisiones que toma en su aventura
espiritual están informados por la doble condicíón contradictoria que ve en el
Evangelio--los últimos serán los primeros-- y en su vida: es Princesa--de hecho
reina exilada-- y es esclava:
Reyna y libre la hizo
Naturaleza, con el estado de Esclava la puso la casualidad, sino fue la
providencia, y bien hallada con esta esclavitud, mejor que con la natural
libertad, renunció generosa la libertad, quando estuvo en su mano el tenerla,
por vivir gustosa en la esclavitud (aunque nunca más libre) a que la traxo la
gracia. (68)
Chicaba había entrado
en el Convento con otros planes, sin embargo. La actutud de las otras monjas y
las largas que estaba dando el obispo Calderón a darle permiso para que
profesara como terciaria estuvieron a punto de hacerla desistir. A través del
relato de Paniagua podemos ir estableciendo el plan de la propia sor Teresa
para ir haciendo su presencia en el convento un acto legítimo. A cada exclusión
e insulto le sigue un episodio místico en el que Dios o uno de sus santos la
exalta por encima de todas las demás monjas, en contraste con la humillación
recibida. El día en que finalmente profesa como monja terciaria, tiene una
visión en la que se ve a sí misma entrando de la mano del mismo Santo Domingo
en la orden. El convento que ve es el celestial, y el coro de monjas que asiste
a la ceremonia de sus votos místicos es la comundiad de monjas fallecidas y ya
en la gloria. Paniagua llama a esta visión de Chicaba su "profesión
invisible."
Chicaba es
perfectamente consciente del uso de su cuerpo negro en la comunidad conventual.
Rechazada y discriminada por ser negra, comparte marginalidad con una muchacha
endemoniada, llamada María Francisca. Ambas están en contacto físico por la
misma causa: la comunidad se siente incómoda con su presencia. Una mujer negra,
cuyo color es asociado con el diablo, está al cuidado de la única mujer que
oficialmente lleva al diablo dentro, la endemoniada María Francisca. Este trato
físico con el diablo la pone en circunstancias de hacer un milagro portentoso.
La saliva de una mujer negra se va a revelar capaz de quemar al demonio:
Rabioso el Demonio de
tanto humilde exercicio, daba voces por medio de la paciente, diciendo la
quitassen delante aquella Negra, que era su Esclava: cuando la peynaba solía
darla con un poco de su saliva en la cabeza, y entonces con silvos, y ademanes
de furiosa serpiente, prorrumpía en lamentables voces, gritando, que la Negra
la quemaba, y atormentaba; siendo así que su saliva fue más de una vez especial
remedio a no pocas dolencias, que molestaron a tantas Religiosas. (87)
Toda vida de monja
mística tiene un fuerte componente de demonología. La propia Santa Teresa fue
una verdadera experta en el tema, llegando a la conclusión de que el Demonio
era un ser bastante inútil, aunque profundamente molesto. En cierta ocasión, en
el estanque del Retiro de Madrid, se metió en el cuerpo de un mayordomo y quiso
ahogarla, saliendo ella del estanque sin siquiera mojarse--paralela en esto al
episodio evangélico de Cristo caminando sobre las aguas--o cuando tampoco tiene
efecto el ataque violento de una esclava--turca y por tanto musulmana--que
intentó apuñalarla en cierta ocasión. De hecho, cada vez que los otros cridos
intentan atacar físicamente a Chicaba, siempre terminan ellos apaleados.
Chicaba va a triunfar en esta aventura de espiritualidad física en lucha con el
Diablo. El dinero que tiene María Francisca para sus gastos lo emplea Chicaba
en misas para que el demonio abandone su cuerpo. De paso, gana influencia entre
sacerdotes, que dependen de ese dinero. El dinero que obtiene con sus oraciones
y su fama milagrosa juega un papel igualmente importante en su ascendiente con
las novicias más pobres a las que ayuda a pagar su dote para profesar en el
último momento, cuando nadie se ofrece a hacerlo:
llegó la Víspera de
esta, y Teresa le dixo a una Religiosa, fuesse a matar unas gallinas, que
havían de servir para la función del día siguiente, y añadió con gracejo:
Estamos ya en la Víspera, y Vm. se está con essa flema? Respondió la Religiosa:
y qué haremos con matar las gallinas, si no puede ser la función mañana, por
faltar lo principal, y no sabemos de dónde ha de salir? A que Teresa volvió a
decir: V.m. señora, mate las gallinas, que mañana sin falta, ha de professar la
Novicia. (97)
Su presencia en el
convento fue hasta cierto punto subversiva, porque su personalidad generaba un
poder que iba más allá de la posibilidad de ayudar económicamente a algunas
novicias pobres. Un convento sin medios como el de la Penitencia de Salamanca
tenía en esta monja negra tal vez a su mejor fuente de relaciones públicas, y
tal factor tenía que generar envidias y recelos, como el de cierta religiosa
que exclamó:"Recia cosa es ayamos de estar governadas por una Negra, y que
vendida la Priora a su voluntad, hemos de vivir a ella todas sujetas."
(76)
Las vidas y milagros de
los santos de la Iglesia católica siempre van unidos a descripciones de
diversas funciones corporales. La intervención divina--y con ello la prueba de
santidad--se manifiesta sobre todo en curaciones extraordinarias, en estigmas,
olores, y otros accidentes sensoriales. Como tantas otras monjas místicas, Chicaba
renuncia a la comida de una forma radical: largos ayunos, preferencia por la
comida que a las demás desagrada, náuseas ante los platos más delicados: el
chocolate o el pescado la ponen a punto de morir en cierta ocasión. Caroline
Bynum explica el régimen de severos ayunos de tantas mujeres en los conventos
de la Edad Media como un fenómeno de control sobre su propio cuerpo a través de
la comida, algo que sí podían controlar, porque era función de las mujeres
preparar la comida. Bynum declara que el ayuno en las monjas más
ascéticas--Chicaba sería un ejemplo--es un esfuerzo por ganar poder y dar
significado a sus vidas. No es masoquismo, o un rechazo de la carne para
favorecer el espíritu (Bynum 208). El ayuno de Chicaba va acompañado de actos
de generosidad, en los que ofrece dinero y comida a los otros en ocasiones
especiales. Es también una forma de resister las órdenes de sus directores
espirituales, a los que obedece ostensiblemente comiendo lo que le mandan, pero
inmediatamente vomitando la comida que le han forzado a comer, con lo que su
sacrificio se redobla. Su relación con Dios es una sucesión de episodios
marcados por el dolor. Chicaba llegó a asocialr la ausencia del dolor físico
con la falta de atención por parte de su amado Jesús:
En este dolor se me da
a entender, que está el señor dentro dél siempre; por esta razón si me enojo, o
en otra manera de no conformarme, este dolor se me quita; de manera, que es
dolor grande, quando tengo el corazón sereno, y quiero: es ardor, quando el
afecto sube con excesso a desear el cumplir con las obligaciones, que devo; y
no digo bien, que no es excesso, lo ue es razón: me abraso, me quemo, diera
voces, pero las doy dentro de mí ...Tan grande son los dolores que tengo en el
corazón, que por dentro siento se me cubre de sudor. Yo no sé explicarme más
que esto; su Magestad se lo dará a entender a V.R. pues quisiera manifestar
todo lo que no alcanza mi corta explicación. Hasta aquí su pluma.
(102)
La saliva de Chicaba,
los objetos que tocan sus manos, el dinero de su trabajo físico o espiritual
tienen un efecto curativo y beneficioso para los miembros de la clase o raza
dominante. La narración biográfica de Paniagua insiste en este punto
constantemente. El cuerpo de Chicaba es un cuerpo para la comunidad blanca que
se beneficia de él, bien como esclava, bien como sanadora de cuerpos y almas.
El ejemplo más extraordinario ocurre durante la guerra de Sucesión, cuando los
portugueses asedian Salamanca y la bombardean. Una estampa milagrosa sostenida
por la monja negra desde una ventana del convento es capaz de parar
milagrosamente las bombas. Los actos de amor en que se basa toda vida de santo,
ese trabajar para los demás por amor es en Chicaba un trabajo físico en el que
su propio cuerpo es inseparable del efecto que persigue la comunidad. Al hablar
de las vidas de santos narradas, Edith Wyschogrod distingue entre lo que es
trabajar y lo que es laborar. En una hagiografía, el trabajo diario del santo,
sus obligaciones, se convierten en actos de voluntad, en labores que
constantemente proclaman su santidad (Wyschogrod 73). Paniagua utiliza esta
técnica para codificar como santidad lo que en realidad era la obligación de
una esclava primero, y luego de una monja de la Orden tercera a la que daban
los trabajos más duros hasta casi el día de su muerte.
Pero como Santa Teresa,
el aspecto militante de su fe ocupa un segundo plano en relación con su papel
de esposa de Cristo, en el que ella insiste sobre todo en sus sus escritos. El
desposorio espiritual empieza ya en África, en donde se le aparece un Niño
blanco que la promete ser su esposo y así se lo comunica a su hermano
Juachipiter en África: "sábete que yo no me he de casar en esta Tierra
con hombre alguno, sino con un Niño muy blanco, que yo conozco"(12).
Lo que Paniagua interpreta como visiones de la Virgen María y el Niño Jesús de
la niña Chicaba en África puede tener una explicación más compleja si nos
atenemos a testimonios de la época que atestiguan la creencia en divinidades de
rostro blanco en la zona costera de Allada, o Adra, en la zona oriental de la
actual república de Benín. El expedicionario francés dElbée ofreció el
testimonio del rey de Arda, que le informó de que un niño blanco le había
anunciado previamente su llegada.(6)
Estas creencias
coinciden también con un incremento en el tráfico esclavista en la zona durante
la segunda mitad del siglo XVII (Thornton 242).
Los elementos africanos
de la religiosidad de Chicaba son siempre traducidos por su biógrafo como actos
de devoción mística perfectamente ortodoxos y católicos. A pesar del filtro
ideológico del biógrafo, el lector se entera de que en su período de esclavitud
en casa de los Marqueses de Mancera, Chicaba se encierra en un aposento privado
para celebrar conversaciones y meriendas a solas con Cristo, que recuerdan a
las ceremonias de santería, candomblé y vodú. Su relación mística con Cristo
fructifica tras su difícil entrada en el convento, y sigue en una serie de
episodios marcados por el sentimiento de ausencia, el dolor como señal de
afecto por parte del esposo divino, e incluso los celos mutuos entre ella y
Cristo. En cierta ocasión invitó a dos frailes benedictinos a su celda, después
de misa, y este hecho fue motivo de problemas con su esposo:
Yo sin reparo de
hacerlo por mal, los traxe, a que vieran la Celda, y no crea V.R. que es
mentira, se enojó tanto su Magestad, y una reprehensión llevé del Señor, que me
hizo llorar; y estaba tan corrida interiormente, que para comulgar, llegaba con
una vergüenza tan grande, que toda me cubría de sudor: y cierto no lo hize con
mala intención, ni por disgustar a su Magestad, ni en tods aquellos días sabía
qué hazerme: a la Virgen Santísima supliqué, hiziesse las amistades y la conté
la falta en que Yo havía caído sin reparo, y parece, que mi corazón sentía
algún consuelo. (81-82)
Pero el testimonio más
intenso de la especial relación entre Chicaba y su Dios es el poema que
transcribe Paniagua en su hagiografía. A las quejas de ausencia de toda esposa
mística se une en este poema el sentimiento de celos porque Cristo presta
atención a otras mujeres. El texto del poema, el primero que consta escrito en
luna lengua europea por una escritora africana es el siguiente:
Aih, Jesús, donde te
has ido,
que un instante no
puedo
verme sin tigo
Aih Jesús de mi alma,
donde te has ido,
que parece que no
vienes
y te has perdido
Aih Jesús, qué diré yo,
si os vais con otras,
qué haré yo:
Clamaré, lloraré
hasta ver a Dios,
y si no, y si no,
morir de amor.
Y ya lo digo,
pues estoy tan sola,
que no has venido.
Y si estás con otra,
ya yo lo he visto;
a Marta y María
las has querido.
Aih, Jesús, donde te
ha-
llaré yo,
pues tan tonta me tiene
quando te tengo:
A Dios, a Dios amor,
A Dios Señor,
A Dios corazón,
no más, no más,
no más.
Es difícil establecer
el sistema de creencias que había tenido Chicaba en sus primeros nueve años de
vida, antes de su captura en 1686. Lo que sí llama la atención en este poema es
la relación que ella ve que existe entre Jesús y otras mujeres, una relación
polígama y no exclusivista como lo es la de tantas y tantos escritores místicos
españoles que tuvieron que servir de modelo a Sor Teresa. Igualmente llama la
atención la escena que narra de su bautismo místico en tierras africanas, a
manos de los ángeles, que tiene lugar junto a una corriente de agua:
Llegó a una fuente
christalina, y embelesada, según su costumbre, bio lo que vio, pues ella sola
se lo supo; sucedíó lo que dixo, porque no pudo escusarlo; dirélo con las
mismas palabras, que un Director suyo lo atestigua. En una de estas
estaciones (habla de lo mucho que andaba Teresa para conseguir su ansia) la
baptizaron estando al pie de una fuente, y pusieron el nonbre de Teresa, que
después le dieron también, quando la baptizaron en el Puerto de Santo Thomé.
Hasta aquí su Director (9)
Las marcas físicas de
su contacto con la divinidad se manifiestan de la forma más extraordinaria en
el momento de su muerte. Su cuerpo ser vuelve de color blanco, algo muy normal
en los santos negros de la época. En las comedias de santos negros de Lope de
Vega esto era una rutina.(7)
Algunos prodigios
se notaron al tiempo de fallecer, y después de muerta Teresa; porque haviendo
sido como fue, su vida tan ajustada, era forzoso reflejase el Cielo su partida:
el color del rostro, por su naturaleza negro, antes de espirar se le puso
blanco, y aun después de muerta perseveró assí no poco tiempo. No todos los que
assistieron al Entierro, advirtieron esta novedad: observáronla bien algunas
Religiosas, y el Cirujano, que había asistido a la enfermedad de la difunta.
(125)
Si en vida su presencia en el convento fue causa de
controversia, no lo fue menos en su muerte. Por un lado se le concedió sepultura
con el resto de las religiosas, aunque sin especiales ceremonias:
Diósele al Cuerpo tierra en el lugar destinado para
las Religiosas, que ya éstas reputaban injuria, la apartasen de su compañía
muerta; quando más de una vez en vida, las Ancianas, y que ya fallecieron, por
Negra la desdeñaban: en el entierro común, pues sin distinción alguna la
enterraron, para que assí conste con evidencia, que aún después de muerta, la
mortificaron las criaturas, porque sus humildes ansias, suspiros, y súplicas,
quando viva, fueron, que diessen a su Cuerpo tierra, a la vista, y presencia de
su Dueño Sacramentado; pero por reparos, que no examino, no se condescendió con
su gusto; y assí en el Claustro yace, y reposa, interin dispone otra cosa la
Providencia Divina. p. 127-128)
Conclusión
Las páginas del Compendio están dedicadas a
explicar una paradoja completa, que el autor no resiste expresar ya al final
del libro: "Este es piadoso Lector, un breve rasgo, una sola cifra de la
vida portentosa de esta feliz Negra." La expresión "feliz negra"
es una copia calcada del concepto teológico de la "felix culpa" o
afortunado pecado de los hombres que hizo merecer la intervención de Dios en la
tierra. Paniagua justifica así--al final del libro--la esclavización de Chicaba
como un acto de la Divina Providencia. Su vida como monja de la Orden Tercera
de las Dominicas aparece ante el lector como una cadena de renuncias por parte
de esta mujer negra de sangre real. Las exclamaciones de indignación ante la
esclavización de Chicaba provienen más por la dignidad real de esta mujer negra
que por un rechazo a la esclavitud como institución social. De ahí que el
discurso que justifica la esclavitud como proceso de salvación--metáfora
fundamental en la doctrina de salvación de san Pablo--se venga abajo en cuanto
la monja negra tenga que enfrentarse al racismo del convento. El destino social
de Chicaba como esclava lo convierte Paniagua en destino espiritual de esclava
de Cristo. Pero queda por explicar y razonar la culpabilidad de las monjas, sus
hermanas en Cristo, que causan sus padecimientos. Cómo librarlas de la culpa?
La respuesta es la misma que se da en los catecismos para negros de la época,
publicados en Cuba. Una frase de Paniagua lo resume todo:
Supongo que quien leyere aquí las penalidades de Teresa, no hará mal
juicio de las personas que concurrieron a exercitarla: pues puede un Justo
sufrir mil trabajos, sin haver culpa mortal en quien los ocasiona (74).
Paniagua da por descontado que el lector, blanco, español, no va a condenar
a su propia sociedad. La antinomia moral del régimen esclavista queda expuesto
a la evidencia. Para justificar la esclavitud hay que creer en la falta de
agencia moral del esclavo. Si, como en el caso de Chicaba, su agencia moral
queda demostrada, sus torturadores tienen que ser reducidos a la condición de
agentes divinos involuntarios. Este es un tema que la Iglesia católica--titular
de miles de esclavos y sólo superada por el Rey de España como potencia
esclavista hasta la llegada de la revolución industrial--todavía no ha podido
ni sabido analizar a fondo.(8) Para
la Iglesia, Chicaba fue una negra afortunada en su esclavitud. Sin embargo,
Chicaba nos deja entrever en las citas de Paniagua que para ella existe un
vínculo espiritual entre su vida africana y su vida española. Ella no alaba su
esclavitud, más bien la ignora. Africa fue el paraíso donde conoció a su divino
esposo. España fue el purgatorio donde estuvo a punto de no poder dedicar su
vida a él.
Notas
1. 1.La Biblioteca Nacional de Madrid no posee
copia de este libro, y eso que se llegaron a hacer dos ediciones. Manuel Sanz
tampoco menciona a Sor Teresa entre los cientos de monjas de sus cuatro
volúmenes de la Biblioteca
de escritoras españolas. Hay dos ejemplares conocidos de la segunda
edición,ambos en Salamanca: uno en el convento dominico de San Esteban y el
otro en el de las Madres Dominicas Dueñas.
2. 2.La figura del esclavo africano de sangre
real fue un tropo literario común en la época en que vivió Chicaba. Iban desde
obras de ficción como Oroonoko or The Royal Slave: A True History (Londres, 1688)
de Aphra Behn a las narraciones autobiográficas de los primeros ex esclavos que
lograron imprimir sus experiencias para consumo de masas y propagar la idea abolicionista,
tales como The
Interesting Narrative of the Life of Olaudah Equiano, or Gustavus Vasa, the
African, Written by Himself (Londres, 1789).
3. 3.El interés de la corte de Felipe IV por
echar raíces en la costa africana occidental y así poder controlar el lucrativo
negocio del tráfico de esclavos tuvo una política exterior errática. Fue
enviada una misión capuchina al reino de Arda--situado al este de San Jorge de
Mina y el reino de Benin--en 1658, coincidiendo con la llegada a España de un
embajador del rey de Arda, en febrero de aquel mismo año (Carrocera 526). La
misión, pedida por el rey Toxonu de Arda, terminó en un total fracaso, pero
fruto de los esfuerzos fue la publicación del primer catecismo bilingüe
español-arda (gue en el siglo XX o mina, en terminología usada en el siglo
XVIII), titulado Doctrina
christiana; y explicación de sus misterios en nustro idioma español y en lengua
arda (Labouret y P. Rivet 19).
4. 4.El Marqués de Mancera fue el mismo que
protegió a Sor Juana Inés de la cruz, y cuya mujer, Leonor de Carreto, es la
Laura de los poemas de la escritora mexicana (Paz 132).
5. 5.Cuando Chicaba fue capturada y llevada a
Sao Tomé, hacia 1685, se estaba produciendo una revolución en la escena
internacional del tráfico de esclavos africanos. La política del asiento,
favorecida y controlada por España, estaba en una crisis total. La Monarquía
española carecía del poder naval para controlar con barcos propios el
transporte y venta de esclavos desde África a sus posesiones americanas, y por
ello tenía que arriendar tal tráfico a compañías extranjeras. La Compañía
Holandesa de las Indias Occidentales tenía agentes en Cádiz y Sevilla para
asegurarse la concesión y mantenimiento del monopolio, pero en 1688 el asiento
pasó a manos portuguesas, tras la muerte del agente holandés en Cádiz Balthasar
de Coymans en 1686 y la consiguiente denuncia de herejía protestante como
excusa para terminar la concesión del monopolio (Postma 42).
6. 6.D'Elbée, pag. 434
7. 7.Véase el caso de El santo negro Rosambuco
de la ciudad de Palermo y El negro del mejor amo. En casi todas las comedias de
santos del siglo XVII (Lope de Vega, Mira de Amescua, Juan Bautista Diamante,
Luis Vélez de Guevara) el tema de la oposición entre cuerpo negro y alma blanca
es una constante poética, que he estudiado en mi libro La imagen de los negros en
el teatro del Siglo de Oro.
8. Los trabajos de Nicholas Cushner sobre los
orígenes del capitalismo agrario en régimen de plantación en la zona de Lima y
Quto apuntan a los jesuitas como principales compradores de mano de obra
esclava de origen africano. Herman Konrad ha elaborado estudios similares sobre
el origen de la mecanización agraria en el México colonial en haciendas de
jesuitas, que duraría hasta su expulsión de los territorios de la Corona
española en 1767.
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